Choca que una diseñadora de moda y estilista colabore en
un blog en el que se lucha contra de las páginas a favor de los trastornos Ana
y Mia. A algunos les puede parecer una
contradicción. ¿Acaso no hace ya
bastante la industria de la moda para potenciar este tipo de trastornos alimentarios?
L@s jóvenes, y no tan jóvenes, ponen en peligro su salud
para acercarse a unos referentes de belleza que además de ser cambiantes, están
continuamente presentes en nuestra vida. ¿Quién no se ha visto involucrado en
conversaciones relacionadas con nuestra imagen, alimentación, actividad física,
quilos de más o de menos, moda o tratamientos estéticos? Resulta francamente
complicado mantenerse totalmente al margen de las inseguridades que pueden
afianzarse en nuestra mente sobre nuestra imagen. Y es que los trastornos alimentarios ya no
conocen de sexo, edad, actividad profesional o nivel cultural. Ninguno estamos libres de padecerlos.
Todos somos imagen. Y la moda es un medio de expresión
muy efectivo para proyectar la imagen que nos interesa en cada momento. Las herramientas que utiliza la moda son
conocidas por todos: el lenguaje de los colores, los volúmenes, los tejidos y
sus estampados, los complementos… Sin embargo, cuando la percepción de nuestro
cuerpo e imagen está distorsionada, dejamos de lado nuestra propia esencia y
nos olvidamos de potenciar todos aquellos rasgos que nos hacen únicos y
bellos.
Moda de doble filo. Podemos elegir. Quedarnos anclados en
la discusión sobre los excesivos retoques fotográficos, en las polémicas sobre
la extrema delgadez de las modelos de pasarela, en el debate de la unificación
de tallas, en las tallas XXXS y XXXL y en otras que seguirán siendo noticia en
los media. O podemos elegir tener una
imagen saludable desde el interior y utilizar la moda para nuestro beneficio.
El secreto no es otro que conocerse bien. Y buscar aquellas prendas que nos favorecen y
se convierten en aliadas. Todos
conocemos la sensación de sentirnos cómodos con nuestros vaqueros favoritos o
con un vestido especial. Y seguro que
también todos hemos experimentado la sensación contraria: la elección de una
talla incorrecta, de un tipo de prenda que no era la más adecuada para nosotros
o llevar unos zapatos que nos hacen daño.
No desestimes cómo te hace sentir la moda que llevas y elige siempre la que
te haga sentir bien. No importa su
precio, ni su marca, ni el año en el que fue fabricada. Quien importa eres tú.
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